domingo, 20 de abril de 2008

Realidad o ficción.

Una vez más me ha llegado un correo, creo que es interesante. Espero no llegar a esa situación, o no caer en un centro de ese tipo. Miedo me da pensarlo.







DIARIO DE UN INSTITUTO




EL DILEMA




El profesor Cuyami hace un retrato del estado de la educación a través de la confesión de su hastío. Alumnos, compañeros profesores, políticos y padres pasan por esta galería del desencanto.
Los funcionarios no lloran

Estoy cansado de escucharle a los compañeros: «Fulanito a mí me trabaja». Estoy cansado de que no me hagan caso los alumnos, ni nadie. Estoy cansado de los dolores de garganta. Estoy cansado de escuchar que los profesores no trabajamos. Estoy cansado de que mi director tenga un horario donde no existen ta mitad de sus horas. Estoy cansado de que siempre que escucho «don» sea con ironía. Estoy cansado de los consejos de muchos pedagogos, que no han entrado en un aula jamás. Es-toy cansado de que los políticos se apunten tantos que no mete nadie, pero que si alguien los metiera, seríamos nosotros. Estoy cansado de solucionar robos de lapiceros y estuches. Estoy cansado de temer por la chapa de mi coche. Estoy cansado de planes absurdos como el proyecto de calidad, las ecoescuelas, los espacios de paz y todas esas sandeces que no arreglan nada. Estoy cansado de rellenar partes que no sirven y de que se critique Educación para la Ciudadanía habiendo quinientas cosas que están peor. Estoy cansado de pedirle a los alumnos que abran el libro. Estoy cansado de escuchar cómo me faltan al respeto. Estoy cansado de leer noticias de agresiones a docentes, sin que nadie haga nada. Estoy cansado de tener que coger el coche cada maña-na y de conducir para llegar a mi puesto de trabajo. «Estoy cansado de que no me hagan caso los alumnos. Estoy cansado de los dolores de garganta» mientras muchos impostores aducen una comisión de servicio por enfermedades que no existen. Estoy cansado de la falta de medios, de las clases de más de treinta alumnos y de sentir que nadie me escucha mientras hablo. Estoy cansado de regañar a los hijos, de regañar a los padres y de que los segundos compren motos a los primeros para celebrar que los he suspendido. Estoy cansado de ver alumnos promocionar, sin aprobar ni el recreo. Estoy cansado de poner notas que no sirven de nada. Estoy cansado de corregir gratis pruebas extraordinarias que se inventa la Junta para engañar a la gente. Estoy cansado de perseguir a los camellos, de buscar droga en las mochilas, de descubrir a niñas embarazadas, de hacer de psicólogo, asistente social, estetícista y hombre de la limpieza. Estoy cansado de ver papeles por el suelo, de escu-char gritos en los cambios de clase, de la Ley del Menor, de las Leyes de Murphy, de ser mirado como un traidor por los alumnos y un mercenario por los padres. Estoy cansado de las promesas de la Junta, de los sindicatos, de las propuestas de los sindicatos, de las propuestas que nunca lle-gan a nada, de los aumentos de sueldo que nos «proponen», de asistir al Centro por la tarde para perder mi tiempo, de los cursos del CNICE, de los cenizos cursos del CEP. de «Estoy cansado de la falta de medios y de las clases de más treinta alumnos» preparar actividades que los alumnos no aprecian, del lenguaje no sexista, los membretes de la Junta sobre cualquier cosa, los accidentes, las bibliotecas sin libros y los centros TIC sin demasiados ordenadores y con demasiados tics. Estoy cansado de los inspectores. Sí, estoy cansado de los inspectores. Estoy cansado de que todo el mundo le eche la culpa de todo a la educación, de que las familias se desmoronen, de llegar a punto del colapso a casa, de las ganas de matar a alguien, de no poder castrar químicamente a los futuros violadores que acosan ya a ciertas alumnas, de los padres que fuman porros delante de sus hijos, de los políticos, de todos los políticos, de absolutamente todos los políticos, de las leyes de Educación, reformas, contrarreformas, análisis e informes infumables. Estoy cansado de pasar frío en invierno, de pasar calor en verano, de la falta de corporativismo, de no ser ni tener autoridad, de que lo rompan todo, de no poder dar clases, de que los contenidos sean una anécdota porque son secundarios en Secundaria, de pedir perdón por explicar a última hora, de las programaciones y unidades didácticas, de colocar unos en vez de ceros, de ver cómo todos se cruzan de brazos, de sentir miedo, de ser engañado, de sentirme solo, de saberme sembra-dor en el desierto, de tantas mentiras, hipocresía, falta de educación en Educación, blasfemias, políticas e ira. Estoy cansado. Pero lo sé: son solo gajes del oficio. Los funcionarios no lloran, pero sí pagan impuestos.

2 comentarios:

PROFESOR CUYAMI dijo...

Gracias por citar mi columna. Recuerde que, si desea emplear algún otro texto, puede tomarlos de:

http://profesorcuyami.blogspot.com/

¡Es un placer y un honor recibir su atención y tratamiento! Espero que usted siga peleando tanto como hasta ahora para defender los derechos del profesorado y de la comunidad educativa, en general.

Anónimo dijo...

Uau.....

Espero que en un futuro, yo pueda decir que estas cosas se han arreglado...Mientras tanto, verdades como templos se escriben en lugares que no se ven demasiado bien. Esto deberia correr por ahi, concienciar a los alumnos y padres...

Aun asi, a mi no me ha quitado las ganas de dedicarme a esto (TODAVIA)